De Ponferrada nos llega una excelente pintora, joven y de una singular belleza, como sus cuadros, dotada de una potente vocación experimental para adentrarse por los caminos del arte.
Su pincel tuvo unos orígenes cargados de valentía. Algunos de sus lienzos eran como hachazos, penetrando, con el pincel y la espátula, en el sentido telúrico de la vida, arrancando a las tierras una recia palpitación empapada, a la vez, de ternura, de una sutil sensibilidad donde la luz traslúcida de nuestros pensamientos va amasándose en una clara y subyugante expresión de las más atractivas tendencias plásticas, en un fascinante juego de la realidad, el sueño, los hallazgos y los signos de los enigmas que van marcando los pasos vitales que movemos para existir.
Elvira Méndez posee una gran cultura literaria: licenciada en letras, compagina su obligación y tendencia a la documentación y al archivo en un importante medio informativo, con ese ímpetu de la creación plástica que le hierve en la sangre, manifestándose en unos cuadros que, a punta de inspiración y de talento, logran la más bella entonación de los colores en una plena coordinación con los volúmenes y las ideas, que sus pinceles nos invitan, gozosamente, a recorrer.
Basilio Gassent, Crítico de Arte. 1995
Lo primero que me llama la atención es que es una obra coherente, fresca e indagatoria de una realidad íntima, no como huida de lo ‘cotidiano’, sino como introspección hacía un mundo poético que se realza en el contexto y los trazos, muchos de estos atrevidos e, incluso, descarados.
Algunas de las obras reclaman más espacio, al estar constreñidas a una superficie demasiado estrecha para la inquietud que trasmiten. Lo ingenuo en algunas fases, y en otros, lo agudo y sencillo de lo expuesto, marcan la necesidad de comunicar la realidad desconcertante que dicta el alma y su entorno anunciando la feminidad de algunos gestos tan bondadosos como la misma temática.
La obra está dividida en tres espacios o retos que, aunque parecen comunicados entre sí por las texturas y el color, forman unidades diferenciadas. Me refiero a los paisajes, quizá lo más hondo y profundo del conjunto por el patetismo de esos troncos desolados pero generosos en su porte y pretensión; los bodegones, diminutos y extrañamente atractivos; y la influencia étnica en el dibujo sencillo sin más pretensiones que abrir una mirada a un mundo íntimo que, después de soñarlo e imaginarlo, parece haber plasmado a toda prisa, huyendo de un inquieto espíritu interior.
Si continua indagando con la misma técnica y ampliando los espacios, condicionados, en gran medida, al lugar pequeño en el que están realizados, estaremos en el albor de una OBRA que puede aún enriquecerse, en especial, en lo referido a los bodegones.
Queda ahora en mi mente ese espacio abierto y grande de los árboles vacíos que avanzan por un camino distinto en el que puede crecer la soledad menos patética y más rotunda: la de crear un lenguaje nuevo que nos invita a una última reflexión. Tiempo al tiempo los trazos serán la culminación de la idea anotada en palabras que ven así una luz inteligente para el entendimiento de la gran mayoría.
Luis Garmat. Mayo 1995.
Cuando llegas a una exposición de la leonesa Elvira Méndez no te hallas únicamente ante la obra de una joven artista, sino ante la creación de un mundo: un mundo personal, un mundo coherente, pero también un mundo secreto.
Elvira forma parte de muchos mundos: el mundo color tierra de su infancia en Ponferrada, el mundo gris de un trabajo entre funcionarios, el mundo rosa chicle de la modernidad madrileña, el mundo negro de sus miedos, el mundo rojo sangre de la fuerza que siempre ha tenido y el mundo multicolor de su imaginación, un mundo que obedece a otras leyes, una realidad aparte, un espacio extraordinario donde, junto a lo reconocible, acecha lo inesperado. Sólo creyendo en la magia, como ella, se puede penetrar en universos fantásticos.
Elvira empezó a pintar de niña; lo de los libros-escultura, las instalaciones y el diseño de moda vino más tarde. Aunque autodidacta, no para de aprender. A pesar de su juventud, ha expuesto en más de veinte ocasiones. La primera en el madrileño Círculo de Bellas Artes; la última, en la Casa de Cantabria (esta semana se clausura la muestra, que, durante un mes, nos ha ofrecido un repaso por sus últimas creaciones). Los títulos de algunas de sus exposiciones: Raíces, Glamor, Star por ti, Homenaje a los hombres. Ha participado en los desfiles de Antimoda y diseñó un vestuario “que tuvo mucho éxito en Paris”, por encargo de Absolut (sí, la marca sueca de vodka). No hace mucho, intentó sorprendernos con una instalación presentada en un patio de Chueca que se tituló Desechos Interiores, y lo consiguió. Acaba de ser seleccionada para la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Florencia que tendrá lugar en bellísima ciudad italiana el próximo año.
Entre sus artistas favoritos están Piero de la Francesca, Rotko, Sicilia, Barceló, Tapies y el alemán Kiefer, ese polémico creador que utilizó para una obra sesenta millones de guisantes de plomo (cada uno era una representación de un ciudadano alemán) y que tiene una magnífica sala en el Guggenheim de Bilbao.
“La vida se debe reflejar en la obra”, comenta Elvira. Está con Camus en que “lo más difícil es ser consecuente con uno mismo” y no es difícil para ella explicar el significado del arte: “Algo mágico que no sabes de dónde llega, pero que trasmites a los demás y, a veces, puede transcender el tiempo, emoción”.
Sus amigos destacan su ingenio y perspicaz inteligencia, pero también la ven como mujer preocupada, que se divierte con viajes imaginarios pero siempre deja los pies en el suelo. Elvira.
“Elvira, el arte y la vida”
Vampirella
DIARIO 16. 29-10-2000
Ya que separamos la basura para su posterior reciclaje, la artista madrileña Elvira Méndez va más allá y propone separar y reciclar también nuestros desechos interiores. Con esta idea montó, sólo por un día, una muy interesante instalación en el patio número 39 de la calle Pelayo. Allí dispuso una serie de cubos en círculo, alrededor del sumidero central del patio y unidos por flechas que indican reciclaje. Cada uno de ellos encerraba metafóricamente, alguna miseria humana. Eran un total de siete: estaba el cubo que contenía la soledad, sugerida mediante cristales rotos; estaba el del miedo, con una red dentro (la que se supone te atrapa en los momentos de congoja); estaba el de la culpa, con una gran piedra dentro (por aquello de lo que te pesa); estaba el del desamor, lleno de fotos y postales rotas y corazones partidos; estaba el de la ignorancia, vacío sin más ( ¿y qué es la ignorancia al fin y al cabo sino eso, un vacío de saber?; estaba el cubo de la angustia, rebosante de nudos; y, estaba, por fin, el de la tristeza, con agua enfangada (el agua simbolizaba las sucias lágrimas que de vez en cuando manchan nuestra felicidad).
Elvira, de todos modos, no se limitaba a mostrar todos estos detritus humanos. La instalación tenía también su parte positiva, ya que la artista daba la solución para desprenderse de ellos. Bastaba, por ejemplo, con deshacer los nudos de la angustia y cortar la red del miedo, para remediar la ignorancia no había sino que llenar el cubo (es decir, la mente); las postales y fotos rotas del desamor sólo había que quemarlas para partir emocionalmente de cero; los cristales de la soledad se podían machacar hasta desmenuzar en un fino polvo. Y, en cuanto a la piedra de la culpa y el llanto sucio de la tristeza, bastaba simplemente con tirarlas, lo más lejos posible de sí.
David Pallol
DIARIO 16. 10-6-2000
The Artist Elvira Méndez
The artistci vocation is a gift (or a curse), granted to (or afflicting) a relatively small number of people who otherwise might lead normal, useful lives working, consuming and watching televisión like most others.
Despite her origins far from the sophisticated circuits of the contemporary arts, in a remote and historic área of Northem Spain, from a early age Elvira Méndez felt the urge to speak through painting. She has that power of intense observation essential to the artist, and the inner autonomy to develop and adapt ther impressions so as to produce works of originality that reflect her personality.
Elvira Méndez was fortunate to be born in Spain, a country in which the plastic arts are an essential element of civilization, widely respected and considered important by society in general. She naturally gravitated to Madrid, one of the most culturally dymanic capitals in Europe today, while retaining links with the provincial life that often provides more opportunities for moments of introspection and creative thought.
Whit characteristic intelligence, Elvira Méndez has learnt to arrange her life in such a wahy that, by stretching the week in a very Spanish manner, she can combine work in a large organizacion with the sustained pursuit of her artistic vocation.
Like many contemporary artists, Elvira Méndez refuses to be classified within one single área of the plastic arts, making increasing use of mixed media and installations, in addition to the painting with which her artistic career could be said to have begun. Her work reveals the presence of a thinking artista, for whom language is a important as forms and colours.
Words, shapes, colours, textures, all blend harmoniously in the work of Elvira Méndez,
Artist.
Mervyn SAMUEL
Hispanist
Estas imágenes alumbradas por Elvira Méndez no son materia fosilizada, sino que en su aparente quietud hendida por el olvido, el ojo del espectador ve unas nubes que bogan por el paisaje de la infancia. En la herrumbe de estas imágenes tampoco existe una honda sombra fría sin tiempo humano, sino que la memoria del que mira se abre a encuentros clandestinos donde los besos aún respiran entre cables carbonizados, y entre las grietas del metal se puede leer el paso de las estaciones por la diferente gradación de la luz. Estas imágenes rescatadas por Elvira Méndez perturban al que a ellas se acerca con un cataclismo intimo, lleno de ciudades, amaneceres destemplados, ausencias y presencias….Le envuelven en una niebla luminosa donde crece punzante la melancolía. Nunca son estas imágenes de cementerio de hierro, ni láminas a través de las cuales sopla el vacío, sino movible transparencia por la que el contemplar pasa al otro lado y se reúne con algún episodio de su vida, o vagamente abandona a la incierta estrella aún no nacida. Tanto nos hablan estas imágenes concebidas por Elvira Méndez, que se vuelven inmateriales, y no pesan como los sueños. Queda, eso sí, la quemadura.
Javier Lostalé, poeta, escritor y periodista.
Sobre La serie de fotografías “La añoranza del hierro” 2008
Elvira Méndez traslada su explosión de color a Birdy
La artista de Ponferrada (León) consigue atraer la mirada del espectador hacia una quincena de piezas abstractas a través de la intensa luminosidad de sus composiciones.
Elvira Méndez es una artista polifacética que además de la pintura se expresa también por medio de la fotografía, la poesía y la radio, entre otros campos artísticos.
La artista leonesa expone en la Birdy hasta el 30 de junio. ‘Mancha Real’ , una muestra en la que la luz y el color tienen todo el protagonismo. A partir del blanco del soporte, lienzo o papel, las manchas de tonos vivos entran por los ojos del espectador, toman forma, sugieren y obligan a recorrer la vista toda la pared en la que se reúnen una quincen de obras en su mayoría de pequeño y mediano formato, además de una serie de piezas en papel que se muestran en un cartapacio.
Méndez reconoció en una conversación con La Tribuna su apego por el color ‘me gusta dar esa luz, por lo menos es lo que pretendo’. Y a pesar de que la pintura a base de manchas, remite esencialmente a las emociones primarias, la artista detalla que ‘si lo miras van saliendo historias’.
Las obras reunidas en la librería- Galería de la Calle Libertad son, en parte realizaciones de este mismo año, con otras de 2014, a las que se les ha añadido otras piezas anteriores, pero a pesar de ello, el salto temporal es muy difícil de percibir, solo que en los lienzos la factura más reciente de algunos colores se saturan un poco más y crean un contraste aún más vivo.
A pesar de que la pintora reconoce que la mayoría de las veces pinta en formatos mucho mayores, esta vez ha preferido adaptarse a las dimensiones del espacio disponible y a la vez ofrecer unas piezas que, a su juicio, ‘no son caras’.
Elvira Méndez es una artista polifacética, que además de la pintura, trabaja
sobre instalaciones, hace fotografías, construye libros-objeto y concibe programas de radio desde una visión estética, pero para ella ‘todo es lo mismo, el arte es expresión pero buscas una determinada forma, son como cuadros que te enmarcan tu realidad’, manifestó.
La Tribuna.
Elvira Méndez, artista autodidacta, multifacética, pintora, diseñadora, guionista y mujer de letras, realiza una pintura coherente y fresca, con colores bien complementados y bella coordinación de formas, volúmenes e ideas. Desde muy joven ha celebrado muestras individuales, participando en colectivas y en ferias internacionales.
El Punto de las Artes 25/03/2018